Nº 8/ Otoño (septiembre) de 2004     HARTZ
   
  BEATRIZ CASTILLO
  Haciendo a un lado  las homonimias,
Beatriz Castillo es  poeta  nacida  en
Guatemala (1947-1991),  cuya  obra,
en parte extraviada, ha permanecido
hasta ahora inédita.  El poema,  que
sigue  a continuación,  es  rescatado
del olvido: se le publica íntegro.
   
     
  MARCHA DE PROTESTA
CONTRA LA BUROCRACIA
 
  I  
  Un día más abre su expediente,
con su número único de fecha tal:
es un viernes que se ha deslizado
por siglos y siglos hasta llegar
a ser hoy.

Un viernes más,
otro
que es hoy, pero diferente,
a pesar de la apariencia azul
tan sólida del cielo.
Quizá más tarde se subleve
y se torne gris atormentado.
No hay que confiar.

 
  II  
  En el aire de hoy amaneció un deseo de silencio,
de que ningún objeto tenga nombre...
De mudez atmosférica.
Para poder escuchar
cómo pasa por allí la vida
y oír su fluido suspiro,
su pálpito de células y
vasos comunicantes de voces líquidas.

Deseos de irse uno entre el corazón y
verle el ojo despierto al día tan viejo,
que sin embargo amanece, poblado de cosas nuevas
que ayer eran otras,
y hoy son éstas, listas,
para seguir siendo usadas.

 
  III  
  La luz impertinente entra
por ventanas, agujeros e intersticios
y hacen brillar los antiguos muebles
que anoche eran oscuros y opacos,
por tanto, otros.
Y esos zapatos que ayer martirizaron mis pies
se ven allí tan inocentes ahora,
calzando la luz.

  IV  
  Otro día, otra boca, otras manos torpes
para tanto pensamiento borboteante.
Estoy jodida,
con el tiempo que da vueltas y vueltas
como una peonza tonta.
Y tener que volverme hacia eso verde, vacío
que llaman esperanza, o fe,
o peligrosa ingenuidad.
Y escuchar con oídos alertas al mundo
con su Gran Concierto para Grillo y Motor.
Después tener que hablar a gritos
a esos dioses sordomudos
y pedirles que no me ayuden a morir ni a vivir,
si ya tengo bastante con la eterna distancia
que me gasta en silencio.

Y no me alcanzan las noches para cerrarle los ojos
a la abrupta y emputecida realidad,
y decirle algunas palabrotas al reloj.

 
  V  
  Para no decir: "esto mío", "me pasa"
o "yo digo",
sino: "somos muchos nosotros",
¡pobres nos-otros, pronunciados
tan poco, tan mal y con pésimos verbos!

Hoy tengo un día nuevo de tan viejo,
para seguir soltando hojas como esos árboles
que se agitan con el viento que pasa.
Y tengo que seguir olvidando mi costumbre
de encontrarle formas a las nubes
y de angustiarme porque la poesía
no sienta bien en un lugar tan sucio.

Tengo entonces que salir a darle la cara
a la fecha: viernes doce de junio
de mil novecientos ochenta y tantos folios
de este miserable libro de historias;
mentarle la madre al piloto del mundo
que insulta y golpea con su prepotencia de conductor,
oligarqueándonos, obligándonos a retroceder.

 
  VI  
  Salir, en mis marchas de locura,
a recibir los pisotones de la Ley
y sus putadas plenipotenciarias.
Caminar contra esa corriente que retrocede,
segura de ir hacia adelante,
en este nuevo día que, apenas,
lleva siete horas.

Estreno mis pasos alterados
por el tic tac del diez veces maldito horario,
hasta llegar a la puerta correspondiente,
en donde soy un número 029,
con tales y tales deberes
que suben hacia el infierno de los papeles.

 
  VII  
  Me sudan las manos de impotencia
porque hoy quisiera levantarle
un Acta de Protesta
a la estúpida Burocracia.
Abrirle un expediente a la locura.
Jugar a ser piromaníaca e incendiar
todo el archivo de órdenes de cobro y despido.
Responder que sí a toda solicitud
de entendimiento o de vivienda,
de pensión alimenticia o de amor.
Pero estoy jodida,
sigo viendo formas absurdas en las nubes.

Y el día se va gastando,
dejando cientos de escritos
que a nadie realmente penetran.
Para que nosotros, los pobres otros,
con todo el torrente de nuestros sueños humillados,
lleguemos a la Caja a recibir nuestro salario.

  VIII  
  Mañana es una palabra aún
no conjugable ni siquiera en su tiempo,
porque es apenas la probable circunstancia,
eso verde que llaman esperanza,
el agua sin fe que espera ser nube, para ser cielo
y luego caer sobre nosotros,
los pobres otros...

 
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