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A Yesid Osvaldo Restrepo Montoya |
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Algunos poemas no se comprenden, tan solo se ciñen a la cintura para poder
vivir al cobijo de su |
misterio. |
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David Fernández Rivera |
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El tejido amamanta el siniestro que deshoja sus talones. Tras el deshielo,
los jornales |
de la playa me invitan al señuelo travestido de la horca. Es entonces, cuando
descuelgo |
el pliegue almidonado en el demente. Bajo este grito, la pupila calcina
la muesca junto |
a la destreza asfixiante del carillón. |
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Alguien arrancó mi goleta en la corchea alienada del habitáculo.
En el talco, susurro |
los pies que naufragan bajo el timbre solitario del cigüeñal. La inocencia de mis
labios |
determina el tiroteo en el temperamento irascible de la verja... |
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Tengo sus llagas. No la he visto... |
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