Nš 1/ Otoño (diciembre) de 2002     HARTZ
     
     
  AGUSTÍN GARCÍA CALVO  
   Destacado filosófo y poeta, nacido en Zamora
en 1926. Los títulos de sus obras son de por sí
reveladores, v.gr.: Sermón del ser y no ser,
Contra la realidad.
 
 
ELEGÍA

Niña tú del recuerdo, tú vives
en una gruta que ni mía ni tuya,
que la boca medio se la cierran
pinganillos como de lilas o saúcos
en flor que te embelesan los sentidos,
quizá dormida tú a lo hondo del espejo
en un lecho de musgos amorosos o quizá
despierta tú, tus ojos niños
como esmeralda en la sombra palpitando,
despierta como ninguna de la tierra.

Y algunas veces, cuando menos lo pienso,
tú de esa hondura te deslizas, descorres
las cortinas de las hojuelas temblorosas,
y aquí me surges y me hieres piadosa
cegándome de irisaduras el espejo,
desnuda, de verdad, como tú eras,
como eres, y, sin una palabra,
cuando ya casi te daba por muerta,
por detrás te me vienes a echarme de sorpresa
tus blancos brazos todos por el cuello.

Ah, ya sé, ya sé que hay una por las calles
y las casas de Dios a la que llaman por tu nombre;
porque es que has ido en tanto envejeciendo
para ellos, y estarás ya casi hecha
una mujer como es debido, cerrada (nunca
del todo, no) en la cáscara de su granada,
y que, si se encuentra conmigo por acaso
al doblar una esquina, apenas sabe más
que quedárseme mirando como quien dice
"A ése me parece a mí que yo lo conocía".

Pero nada me importa, y con tu duda me sobra
para seguir por el sendero de mis penas: que vivo
de saber, en secreto,
que tú sigues en tu gruta escondida
y no creces y no vas hacia la muerte, y, tan sólo
con que acierte en mis descuidos a olvidarte
un rato, y no esperarte, no, y no esperarte,
tú renaces de la sombra honda,
y tus ojos otra vez me sonríen
hasta quebrarme las entrañas del espejo.

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