Nº 15/ Otoño (octubre) de 2008     HARTZ
   
  JULIA OTXOA
  Nacida en San Sebastián
Guipúzcoa (1953). Cola–
boró con Ricardo  Ugarte
en Luz del aire  (1982),
que en 2005 ilustraría su
Taxus baccata.  Publicó
en 1988 una  Antología
poética
de su obra, y lo
último  suyo editado que
podemos citar es el libro
La  lentidud  de la  luz
(2008). También escribe
ensayos y relatos. Véase
www.juliaotxoa.net
   
  EL MUSGO EN LA BOCA  
     
Primero la inquietud y el lenguaje, el enigma como punto de partida y llegada.

Está luego el testimonio de lo que se ve, el horror de lo visto,
la repetición del tiempo del crimen,
el sucio lenguaje estratégico del capitán loco, la nave a la deriva,
y el otra vez cómo narrar la pequeña calavera que rueda bajo la ventana,
la sonrisa del verdugo.

Escribir este funesto tiempo que ya fue antes es enloquecer.
Golpéate el rostro con tu pequeño puño y despierta,
el mar devuelve a la playa las cabezas cortadas de las palabras,
las vísceras de animales desconocidos, cuadros rotos, hachas.

Donde estuvimos otra vez estamos, la nuestra es una historia de fantasmas.

El tiempo, como un instante de musgo,
húmeda la tierra dentro de las bocas de los comensales,
como si fueran gruesos topos excavando en la noche,
exponiendo su ceguera como garantía dialéctica de su nada.

Y siempre, siempre, el desconocido muerto sobre la mesa,
su desamparo en medio de las viandas, los licores y el humo de los puros.

El testimonio de los forenses parece un pequeño tratado surrealista
al estilo Marcel Duchamps.
La invisibilidad del muerto se firma ante notario, los diccionarios callan.
La vida sigue indigna escribiendo la sacrosanta historia a nivel de los establos.

Veo el futuro reflejado en los asnos mi querido Sherlock Holmes,
el tiempo es un rebuzno pero no me rindo,
yo al muerto le conozco y gritaré su nombre,
tendrán que ver los comensales el cadáver ahí, despojado de todo
junto a nuestros platos, nuestras cucharas, y nuestra falta de misericordia.

 
  (Inédito) volver