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Este es el tiempo de los desprevenidos, el tiempo en que los pájaros |
anuncian su perjurio y en la autonomía triste de sus alas entregan |
libertad por cuencos de arena. |
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Este es el tiempo de llorar. |
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Los poetas, oh los poetas, hablan de pájaros: |
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pájaros que se mecen en sus palmas a la sombra de los alerces o |
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los tabernáculos del socialismo, |
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que se mecen en la espera de una lluvia intemporal, |
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pájaros que se desnudan para olvidar la maceración de la rosa. |
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Es el tiempo de los alientos, de los largos alientos bellísimos y |
autumnales. |
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Los periodistas desean limusinas de opio y rescatan la memoria entregada |
del gran masturbador. |
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Los arcedianos encienden y golpean un candil sin aceite y buscan en la |
oscuridad la sombra de un hombre pobre. |
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Los internautas han contemplado la desolación y en ella procrean |
sintagmas |
y quimeras. |
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Los concursantes y los que habitan el ocio suben a los escaños y gritan |
honor y sed de basura. |
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Los entomólogos sufren la deprecación de los obispos y sueñan un futuro |
de palomas mutiladas. |
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Las bellas, las rameras, |
las dulces, las estúpidas |
las libertarias y las gozosamente esclavas, |
las damas intrascendentes y las vedetes no académicas, |
las esposas de los novelistas y las que bordan patrias y trofeos, |
las que cocinan salsas en los comedores públicos y las que se depilan en |
las |
escaleras de los hoteles de lujo, |
las que se prestan al olvido de los militares despedazados en avionetas |
de recreo, |
todas las que respiran el fatuo aroma de la nueva poesía, |
contestan sus móviles, |
pidiendo igualdad, zapatos planos y bonitos grilletes de cuero negro. |
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¿Qué sueñan los poetas? |
¿Dónde está el tiempo de los pájaros? ¿Dónde se esconde el negocio de la |
protesta y el enojoso silencio de las cargas políticas en los |
astilleros? |
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Decidme... ¡Los poetas! ¿Dónde está el hombre nuevo? |
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Aquellos que en la consecuencia de la realidad esculpen con heces y |
euros |
en todas las editoriales. |
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Aquellos que dominan. |
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Dónde esos desvergonzados poetas. |
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Esos que han determinado su oficio entre el imperio sosegado de los |
saltimbanquis. |
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(ya lo dijo en el recreo un niño -vienen los orcos-) |
(lo dijo en los arrabales la impiedad -ya viene la canalla-) |
(lo dijo en la colina el constructor y el cambista -que ya viene la |
sopa-) |
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Y ahora -por fin- quién vendrá para llamar a mi puerta, |
llamar a nuestra puerta ofertando la limosna del infierno prometido, |
preparando el poder del beso de una perenne Navidad solidaria, |
con los pájaros asiáticos y desertores, |
junto al hombre que se ha levantado y grita, |
y grita mientras muere siempre equivocado en un pozo de arena... |
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Febrero de 2004. |