Nš 6/ Primavera (marzo) de 2003 | HARTZ |
APARICIÓN (6)
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"Y sin embargo alguien un día, una juventud
revolucionaria, regeneracionista o romántica o ilustrada o
renacentista, más decidida o valerosa que nosotros, acabará con
tantos ídolos, tanta vieja chatarra actual, tal y como soñaba
Nietszche, despejándonos el horizonte."
Andrés Trapiello
Esta cita que antecede está tomada de un artículo publicado en El Mundo
(«Memoria a la enésima potencia», Suplemento Cultural, 26 de febrero/3 de marzo de 2004, página 3). Aparecido, por
tanto, una semana antes del fatídico once de marzo.
"Me pregunto, como tantos, qué está sucediendo (...), hemos llegado a una
especie de trueque en la que no hay una sola corriente estética dominante"
-declaraba Trapiello en ese mismo artículo. Y anadía: "un número creciente
de lectores o amantes del arte no teme ya manifestar su opinión (...)"
¿Qué está sucediendo? ¿Qué sucede?
¡Qué sucede! ¡Ja!
Nunca ha habido "una sola corriente dominante". O quizá la había en esas
épocas doradas de los augustos escribas, de Horacios y Virgilios. Eran las
épocas de la Roma imperial. Pero ahora no, como en los tiempos de
Rubén Darío, que ya no había corrientes dominantes, mucho menos en esos momentos en que se
fraguaban guerras: la guerra de los boers, la guerra del 14...
El desconcierto de los literatos tiene gracia.
Y más todavía al ver que les
admira que "un número creciente de lectores o amantes del arte" se atreve
a ejercer su derecho a un gusto propio.
¿Y la democracia, entonces? ¿Los derechos
civiles? ¿La globalización? ¿Qué es todo ello?
¿En qué andábamos? ¿En qué andamos?
Pero los literatos -ah los literatos- preferirán indignarse, admirarse,
revolverse. Y los poetas literatos -ah los poetas literatos- correrán a
expresarse, desahogarse, desembucharse.
Exclamen todos. ¡Oh confusión, oh Babel!
Griten, gimoteen, manifiesten.
Todo menos pensar, que hemos llegado al momento de NO PENSAR.
Desembuchar, pues, el mal bocado. Todos a la vez:
no falte nuestro nombre en cada papel
puesto en cada esquina. Para después, en la soledad del gabinete, llegar a la conclusión final:
necesitamos una juventud revolucionaria, regeneracionista o romántica
o ilustrada o renacentista.
Pero no. La realidad no responde a las ilusiones de la literatura imperante.
La juventud, si la hay -o si la hubiere, como bien se hubiera dicho en el
castellano que casi vamos perdiendo-, no es revolucionaria ni
regeneracionista, ni romántica ni ilustrada ni renacentista.
La juventud es, será OTRA. Porque el futuro es
siempre otro. Por eso impredecible.
Por eso henos aquí, enfangados hasta el cuello. Por eso la mención de
Ruben Darío en esta página y el epígrafe de versos suyos en la portada.
"Huele a podrido en todo el mundo". El
hedor de los cadáveres, aún insepultos,
está para recordarnos nuestra miserable condición. Pero el futuro es siempre
un cometa dispuesto a aparecerse. Imprevisible, pero inevitable como la nueva luz de
cada día.
Las Acotaciones de actualidad
explican mejor esos versos en su contexto, e incluso en la
Bitácora se
hallará una alusión humorística a la segunda parte del epígrafe.
Demás está decir que estas Acotaciones son ahora de mucha más actualidad.
Y porque nos agobia la actualidad figura en
este número un artículo de José
Cereijo en torno a la fecha del once de marzo en relación con la actividad
poética. La novedad editorial es la recuperación de un poeta
español que se ha echado injustamente al olvido: Mauricio Bacarisse.
Por consiguiente, la primavera de Hartz esta aquí con los siguientes
títulos y secciones:
Dilucidaciones se titula el prólogo de Darío, a su Canto errante,
prólogo citado en las Acotaciones. Dilucidar ha sido el objetivo de
Hartz desde un principio. Cumplimos con ello en este tramo del viaje.
Entre tanto horror, entre tanto -¡oh!, ¡ah!-, feliz espacio. Rumbo decidido
y travesía cierta.
¿Feliz navegación?
Madrid/4-abril-2004 |
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