Nº 9/ Invierno (marzo) de 2005 | HARTZ |
APARICIÓN (9)
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Catástrofes. Terrorismo.
Globalización.
Inflación económica, además. Inflación de valores, de nombres, de figuras, que con sólo un alfilerazo de información más se desvanecen como burburbujas vacías.
Trastornos ecólogicos. Y antiterrorismo.
Es el panorama. Don Quijote cabalga de nuevo.
Ya pueden organizarse cumbres, blindarse ciudades y países
enteros, desplegar Fuerzas de Seguridad por todo los rincones del planeta. Pero la brecha
está allí. No hay manera de cerrarla.
¿A qué nos referimos? Paciencia.
A seguir leyendo.
Porque don Quijote cabalga las lecturas se multiplican. Algunas suenan a
escándalo.
Decir que la novela de Cervantes es obra tosca (ver el artículo de Andrés Ibáñez, «Un rincón para la disidencia»,
Blanco y Negro, Cultural de ABC, 12/2/2005), sentenciar que es "una larga retahíla de burlas y bromas soeces", más que lectura equivocada parece lectura deficiente. Porque el libro cervantino, como un todo, contiene algo que por sabido se calla.
Con su fondo de sátira, y conforme a la cultura de la época,
El Quijote es la respuesta cervantina a su tiempo. Erasmo de Rotterdam había
impresionado a la cultura española. Su Elogio a la locura había sido, en
realidad, la versión humanista del topos medieval: "el mundo al revés", que
había tenido su expresión literaria acabada en la Nave de los locos. No suele enfatizarse el hecho de que en el léxico de Erasmo los locos son estultos, es decir, necios o tontos, según la traducción del término griego utilizado en el titulo paralelo -Moriae enkomion- de la sátira. La ironía erasmiana despuntaba en sarcasmo soterrado.
Desde hace mucho los cervantistas
señalan el obvio interés de Cervantes por el fenómeno de la locura.
El antiguo Romancero, los libros de caballería, el erasmismo en España, la novela pastoril, la novela corta italiana, los contrastes de fantasía y realidad...
No en vano Cervantes llegó a ser un escritor ejemplar -autor de las
Novelas ejemplares. Ejemplar, es decir, modélico, con su fondo de moralidad cristiana.
¿Cruel, basto, aburrido? Bah. Es no entender de la misa la media. Nabokov, Montherlant, Martin Amis, demasiado estirados o graves para el humor cervantino, no adelantan novedad. A ratos tedioso lo hallaba ya Virginia Woolf, escritora cuya seria visión lírica la llevaría al suicidio, el mismo final que eligió Montherlant para su vida. No es el caso de don Miguel de Cervantes.
Un momento único se da en El Quijote, aquél en que el loco se detiene para decir: "Yo soy el que soy",
frase de resonancias evangélicas. No es azar que Unamuno retomara mucho más tarde las andanzas del
Caballero de la Triste Figura para proseguir su lucha de vasco en Castilla "contra esto y aquello". Pues en esa frase,
coetánea y simétrica de la de Hamlet: "To be or not to be", culmina la aventura de la civilización
occidental.
¿Es casualidad que se renueve en el siglo XXI el interés por Montaigne, un autor que hace de la experimentación del yo el motivo fundamental de sus Ensayos?
El mundo al revés. Locura e identidad.
Tras esas frases de culminación narrativa y teatral, rodando por el
despeñadero de los acontecimientos colectivos, se llega a la crisis del sujeto.
"¿Quién que ES no es romántico?" -preguntaba Rubén
Darío, en contexto distinto, y añadía después-:
"Yo, no. Yo persisto". Pero ¿quién es el que ES? ¿Quién persiste?
¿Quién puede persistir?
Los versos de Darío están contenidos en
el libro El canto errante, que es de 1907, el año en que Strindberg fundaba, junto
a August Falck, su Intima Teatern, donde el escritor sueco representaría sus piezas
de cámara, heraldos dramáticos del expresionismo.
Strindberg, Darío, Pessoa, Cuesta... No hay mención
gratuita de nombres en Hartz. No hay palabras ni silencios desperdiciados.
Aprovechando el IV Centenario de la novela cervantina, se inician, por
consiguiente, en este noveno número de la Revista los Apuntes de El Quijote. Se proseguirán en las siguientes entregas. Y habrá alguna sorpresa.
El epígrafe de la Portada
es también intencionado. A la
autosuficiencia solipsista del sujeto, Whitman opone la apertura a otros mundos, afirma la
existencia de aquello que le excede. Algo de lo que Amis, Nabokov o Montherlant, como
críticos del Quijote, no fueron capaces
De la crisis del sujeto a la crisis de la autoridad literaria. Crisis institucional, en el fondo.
Decíamos en Aparición (8) -consúltesele-, que las Acotaciones de
actualidad están cerca del desenlace, y es porque los poetas ante la política
de hoy se ven requeridos por nueva circunstancia. La respuesta a ella, sin embargo, no ha de
darse dentro de los términos de una "poesía social" o "comprometida". ¡Vaya simpleza!
Ese género de hipocresía -los Nerudas que hablan en
nombre de la justicia, mientras coleccionan monedas o caracoles junto a los Vallejos que se mueren
de hambre- no se promueve aquí. Hartz NO reinvidica. Con ese pensamiento léanse
las Acotaciones de actualidad (séptima parte) y el texto sobre Sophia de Mello.
Puesto que ésta es una Revista Española de Poesía
ofrecemos, además, un artículo con referencia a la
última publicación de Pedro Salinas. Y en la sección de poemas se completa
el de Beatriz Castillo, al que le siguen los de Aurelio González Ovies, Modesto Calderón, Santiago Tena, Francisco
Cenamor y Miguel Pastrana.
De cara a la primavera, esta entrega de invierno presenta
los siguientes títulos y secciones:
Hartz navega por los buscadores,
atraviesa el espacio electrónico. Como bisturí por las carnes de la
actualidad putrefacta.
¡Sangre quien sangre!
Madrid/20-marzo-2005 |
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