Nº 21/ Otoño (octubre) de 2011 | HARTZ |
APARICIÓN (21)
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"Todo son símbolos", como dice el Álvaro de Campos de Fernando Pessoa, o lo que es lo
mismo: "el universo entero se contiene en símbolo, según Malcolm de Chazal.
Por su parte el epígrafe en la Portada de este
número 21 es frase que figura en la «Conclusión» de la Crítica de la razón
práctica de Emmanuel Kant. Fuera de contexto, parecerá inane, pero completándola se ve la
intención del filósofo, que la empareja con la de "la ley moral en mí". Pues una habla a la
sensibilidad y la otra se dirige a la inteligencia, en ese típico dualismo con el que Kant reparte la realidad
objetiva y humana.
"Admiración y respeto" suscita el espectáculo de "multitud de mundos" que revela el cielo
y advierte de la insignificancia del ser humano en su calidad de "criatura animal". Pero la ley moral que le descubre una vida
más allá de la contingencia de los sentidos y de la pura animalidad, lo revaloriza enalteciéndolo
gracias a al uso adecuado de la razón.
Reside aquí, por lo que vemos en Kant, todavía la concepción dualista de Descartes a
la que se alude en Incidencias del yo contemporáneo – 9 y que también fue referida en un artículo
al que remitimos: El Largo lamento de Pedro Salinas. Concepción
esta que, como se indica en dichos textos, Antonio R. Damasio impugna hoy día conforme a los datos que proporciona la ciencia
en la actualidad.
No se nos oculta el hecho de que aun cuando las afirmaciones de Antonio R. Damasio, apoyándose en
investigaciones de última hora, puedan parecer novedosas no dejan de ser muy añejas. Menéndez
Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles, a propósito de Pedro Mata, hacía ver ya a finales del siglo XIX que a cada adelanto científico
se daba un renovado mentís a la idea de separación radical entre alma y cuerpo como lo había sostenido
Descartes.
Si ahora se sigue replanteando la cuestión no es sólo porque los actuales argumentos científicos
se hallen mejor fundamentados sino porque el momento es ideológicamente propicio y la circunstancia se
presta a la promoción de afirmaciones a la manera de las de Damasio. Pero tómese en cuenta la
matización que hicimos en el penúltimo párrafo de las Incidencias del yo contemporáneo –
9, además de lo que vayamos descubriendo progresivamente en sucesivos desarrollos de materia tan discutida y delicada.
Cierto es que un monismo materialista sirve de apoyo a las economías del capitalismo globalizado,
con su consecuente lógica de consumismo frenético. A ese monismo han reaccionado los poetas, por lo menos en
el caso de Malcolm de Chazal, adhiriéndose a la fe de un espiritualizado monismo o, como en el andaluz Juan
Ramón Jiménez, de un panteísmo místico.
Por cierto, en el capítulo de Los Premios Nobel de Literatura en su tinta, concerniente a este
último poeta, omitimos por motivos tácticos de síntesis y brevedad, otros asuntos de interés que
la crítica juanramoniana ha ido descuidando hasta la fecha. De todas maneras, en Hartz se publicó
en su día un artículo –No. 10, marzo de 2006–, que trata aspectos sobre Juan Ramón que
completan nuestra visión acerca de su obra y figura en conjunto.
Siguiendo con la política de recuperación de textos de números anteriores, ya iniciada
durante la publicación del precedente, se añaden ahora otros dos: uno de ellos, el citado en torno a Pedro
Salinas. Por lo demás se continúan y mantienen las series y secciones que caracterizan a la Revista, y se da
término al artículo No sólo Fernando Pessoa en su segunda parte.
De manera que el presente número 21 queda configurado así en
¡Y persistimos, persistimos! ¡Bravo, Hartz!
Madrid/5-junio-2011 |
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