Nº 24/ Otoño (octubre) de 2013 | HARTZ |
APARICIÓN (24)
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Mi taza está llena. Déjala que se derrame.
Robert Friend
Gravísimos momentos los actuales. Tan graves, que es preferible decirlo de sopetón: la innovación de las nuevas
tecnologías están produciendo efectos cuyos alcances vienen siendo imprevisibles para el género humano. Imprevisibles e imparables, por lo que se
ve.
El progresivo fortalecimiento de las redes sociales en Internet, su expansión y asiduidad, tienen por consecuencia, añadiéndose
a ello la meticulosa precisión de los controles y el refinamiento con el que éstos se van ejerciendo, una serie de requerimientos y restricciones cuyos
resultados, tarde o temprano, trascenderán los límites en que discurre y se confina Internet.
Habrá que concluir, por tanto, que estamos viviendo actualmente en unas sociedades afectadas, en gran medida, por la acción innovadora
que proponen las nuevas tecnologías. Éstas contribuyen al cambio de mentalidad de la época. Para bien o para mal.
Para bien, claro, en el sentido de democratización o extensión de la información y del acceso a múltiples servicios, con el
propósito del disfrute y logro de una mejor vida para todos. Ello en teoría, porque en la práctica... Para mal, porque en la práctica los
cambios no siempre están bien dirigidos y porque toman rumbos inesperados, difíciles de controlar.
La crisis se extiende y arraiga. Aquello que calificamos hace años, casi una década, de crisis de las instituciones, es ya algo
manifiestamente peor: una crisis moral, una crisis total de la civilización.
Requerimientos y restricciones que se nos imponen, mal para nosotros, Revista digital, que no sabemos si podremos torear con éxito. Y que
estamos previendo que, a la larga, redundarán en perjuicio de los impulsos creativos de las personas y de la libertad y determinación con que esos impulsos
debieran desempeñarse.
Mientras tanto, esta Revista Hartz continúa a sabiendas de que, pese a la malformación a que se vea sometida por insuficiencias propias
o causas externas, seguirá su travesía por los espacios virtuales y, a la vez, efectivos, de la Red. Por eso iniciamos esta página editorial
con un verso de Robert Friend como epígrafe, porque sigue siendo verdad que Hartz está llena, rica de intención y contenido, y bien hace al derramarse.
Las series de los números anteriores se mantienen en este 24, que se abre en la sección de
Poemas con la dádiva antológica —composición inédita en castellano— de Frances
Cornford, poetisa procedente de lo más selecto de la culta sociedad inglesa de hace un siglo. A ella acompañan, en la misma sección, las plumas de
poetas españoles no menos distinguidos.
Se incorpora un artículo sobre Guillermo de Torre como novedad [véase motivo de no publicarse en Aparición 25] y la Bitácora
continúa insertando los epígrafes que periódicamente se muestran en la página principal de la Revista. De ese modo la presente edición
de este número 23 aparece organizada
¡Y ábrase paso la proa de la nave Hartz!
Madrid/27-agosto-2013 |
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