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CAMILO PESSANHA Y LA CIVILIZACIÓN CHINA

por RENÉ LETONA

Es ya antiguo el interés de los portugueses por el Oriente, como saben los conocedores de la literatura portuguesa. Desde la referencia, a principios del siglo XVI, del viaje provechoso en el Auto de la India, de Gil Vicente, cuya idealización Fernão Mendes Pinto pondrá en solfa con agudo realismo en su relato de peregrinación por Asia iniciada en 1537.

Fernão Mendes Pinto, el de la graciosa leyenda, o más bien epigrama, aquel de quienes, coetáneos suyos, descreyendo de sus aventuras le decían que mentía y él con orgullo soberano replicaba que no, que él sólo describía:
—Ah! Mentes!
—Pinto!

Pero para esas lejanías, aventuras exóticas mejor dicho, habrá siempre quien descrea. Aunque se fijen fechas, se encuentren lugares y se narren historias con minuciosos pormenores. Pero el relato puede abarcar datos dudosos, hechos fortuitos, incidentes deslumbrantes para quien los escuche o los lea. Y al descrédito puede seguirse un simple encogerse de hombros o, peor, el desdén, la indiferencia. Especialmente en estos lugares distantes y ensimismados, como España, para los que el Oriente se reduce a lo más próximo, a lo que más les ha afectado: los árabes en liza...

No asombra, por tanto, que el texto en esta sección, del número anterior de Hartz, «La sonrisa japonesa». no haya gozado de la preferencia del público hispanohablante. Y ello a pesar de que tanto se relamen los poetas actuales de España y de Hispanoamérica, en versos cortos, de la forma del haiku, creyéndola una seguidilla, o similar, para inspiraciones lánguidas y momentáneas. Como si fuese gran novedad, como si Tablada y Rebolledo, mexicanos, no la hubiesen explorado desde hace poco más de un siglo.

No sorprende, así, que el acercamiento al Oriente sea entre nosotros cuestión de especialistas y que sus esfuerzos pronto se olviden o arrumben en el maremágnum de las publicaciones hoy desconocidas por un público normal y corriente. Así sucede con la historia judicial de Córdoba, la obra de Aljoxani (Muhammad al-Jusaní) que, con esmero, tradujo Julián Ribera en 1914. Así ha sucedido, además, con el libro de Jonathan Spence sobre Matteo Ricci, el padre de la sinología de Occidente.

Por cierto, Ricci, jesuita italiano del siglo XVI, estudió en Coimbra, y desde Lisboa partiría rumbo a Macao en trayecto semejante al que habría de realizar el lírico Camilo Pessanha a fines del siglo XIX. También cierta mala fe o franco descreimiento ha perseguido a este poeta sinólogo. No todos han pensado que él poseyera los conocimientos suficientes para decir que haya sido sinólogo. Su principal detractor, Silva Mendes, unos años después de su muerte, manifestó su desacuerdo con respecto a la opinión general de que hubiese sido un "notable conocedor del arte chino, un gran coleccionista y excelente poeta".

Para Silva Mendes Pessanha no había visitado museos ni colecciones particulares importantes de arte chino, ni consultaba a maestros y expertos al respecto, ni leía libros especializados ni poesía biblioteca donde pudiera informarse debidamente sobre el tema. Por tanto, no podía ser un conocedor ni tampoco un coleccionista de mérito. Las piezas de su colección, casi toda de lozas y pinturas, eran de calidad inferior sin que, entre ellas, se hallase alguna pintura antigua y original.

Pero Silva Mendes se extendía, invalidándolo como poeta. Según él, Pessanha denotaba "su impotencia para reproducir lo bello" y de ahí que concluyese diciendo que "no era poeta en la verdadera acepción del término". Sólo le concedía el título de "excelente prosista" y el haber sido un hombre talentoso, un buen profesor e ilustre jurisconsulto y abogado, cuyos escritos jurídicos y discursos forenses podían considerarse modelos en su género, los primeros, y agudos y completos en sus pormenores analíticos, los segundos.

Todo lo cual no deja de ser significativo. Porque Manuel da Silva Mendes (1867–1931) había sido compañero de Camilo Pessanha en la Universidad de Coimbra y, como él, había participado del movimiento simbolista que por esos años surgía en las revistas Bohemia Nueva y Los Insumisos editadas en esa misma ciudad. Siete años después de que hubiese partido Pessanha a Macao, Silva Mendes también tuvo el mismo destino. En Macao hizo carrera: profesor del Liceo, fue rector interino en dos ocasiones, en 1907 y en 1909, y llegó a ser el comisionado del Procurador de la República e, incluso, Presidente del Leal Senado y administrador del ayuntamiento.

Pero en las coincidencias o paralelismos de trayectoria entre él y Pessanha se cierne una sombra de rivalidad que perturba sus juicios. A Pessanha no le gustaba su poesía, le parecía mala y, en cambio. lo consideraba un buen prosista. Es revelador que Silva Mendes lo niegue como poeta y, a un tiempo, admire su prosa. Siendo él también sinólogo y coleccionista, cuya colección de arte chino pasaría a formar el núcleo más importante del Museo Luís de Camões en Macao, su dictamen respecto a Pessanha en calidad de conocedor y coleccionista de arte chino a su vez, contiene cierto filo de despecho que torna dudosas sus afirmaciones.

Lo cierto es que Pessanha había marcado el paso como poeta simbolista desde 1887 —fecha en que publica tres sonetos—, aunque fuese de modo marginal. Y siguió así, dispersando sus poemas en revistas de provincia, hasta que se publicó su obra en 1920. Pero Silva Mendes se desdijo de los simbolistas y, en resumen, como poeta no existe en las historias literarias portuguesas. Cabral Martins no lo incluye en su antología y no menciona ni una vez siquiera su nombre en la presentación de la antología.

En cuanto a coleccionista, Pessanha reunió un centenar de piezas que, no pudiendo cederse al Museo de Arte Antiguo de Lisboa, se hallan en Coimbra, en el Museo Machado de Castro. Decía Albino Forjaz de Sampaio en 1926 —tres años antes de que Silva Mendes publicara su comento negativo— que era colección valiosa y que merecía que se le expusiera al público. Por su parte, Sebastião da Costa, en una crónica de ese mismo año, declaraba que Pessanha solía hablarle a su mujer en chino de modo espabilado.

Forjaz Sampaio, indica que la colección de Pessanha incluía muestras de pinturas y caligrafía, brocados, joyas, bronces, etc., lo cual desmiente a Silva Mendes para quien, en lo principal, la reducía sólo a vajilla y pinturas. (Véanse Referencias a pie de texto para los datos del «Catálogo da Colecção».) Recuerda, además, que el poeta de Clepsidra era el traductor con José Jorge de kuoh Man Kau Fo Shu. Al parecer, al referirse a José Jorge, Sampaio aludía a José Vicente Jorge, el colaborador de traducción de las elegías chinas que, en número de ocho, vertió Pessanha al portugués y que se publicaron en el diario El Progreso de Macao en 1914.

Pessanha estaba vivamente interesado en la civilización china, lo que es indudable. A su versión de las elegías antepuso un texto introductorio en el que relata el hallazgo de los poemas y explica la intervención de José Vicente Jorge como colaborador, así como algunas de las características de la poesía en chino y que el traductor ha de tener en cuenta para saberla traducir.

Al año siguiente de publicación de las elegías, Pessanha pronunció una conferencia sobre la literatura china de la que se conserva la reseña que él mismo había escrito para que se publicase en El Progreso. El tema lo enfocó poniendo en relación las peculiaridades de la lengua china que permitieron que floreciera de su seno una antigua literatura, y concluía exhortando a los jóvenes portugueses, residentes en Macao, a que dedicaran su tiempo libre al estudio de la lengua y la literatura chinas, ya que con ello no sólo prestaban un servicio a la patria portuguesa sino que, a un tiempo, les sería ocasión de un indescriptible placer espiritual.

Otra conferencia había dictado Pessanha, esta vez sobre la estética china, años antes, en 1910, de la que se conserva también una reseña escrita por él. Pero el texto más extenso y notable que Pessanha llegó a escribir sobre la civilización china es un prefacio al libro publicado en 1912 del Dr. Morais Palha: Esboço Crítico da Civilizaçâo Chinesa.

El prefacio consiste en una exposición general de la vida y la cultura chinas como se daban en los primeros años del siglo XX. Pessanha describe el modo de vida de los chinos de esa época, su sistema de justicia y de jerarquías, la condición de los condenados, las procesiones y festejos populares, etc., todo con el estilo reverberante de su prosa tan personal: una prosa de rico vocabulario, de frase larga, desenvuelta y airosa al modo de un Mendes Pinto esteticista y poeta, en caso de haberlo podido ser de esa forma en aquellos remotos años del siglo XVI.

No, Camilo Pessanha no habrá sido el sinólogo erudito que era Manuel da Silva Mendes ni el pedagogo traductor y sinólogo coleccionista que era, a su vez, José Vicente Jorge (1872–1948). Pero, por su parte, llegó a ser el poeta y prosista excelso que escribe sobre la civilización y la cultura chinas, que vierte y recrea en portugués poemas, proverbios, leyendas y cuentos fantásticos y que, a su manera, ilumina con mezcla de encanto y horror lo que la vida de la China de su tiempo le inspiraba. Podrán ser pocas páginas para todos los años vividos en Macao, pero, en fluidez elocutiva, en brillo y densidad de pensamiento, en gracia y belleza y empatía, son mucha obra.

R.L./X.–14.diciembre.2017

 
   
Camilo Pessanha , nació en Coimbra en 1867. Estudiante de Derecho en la misma ciudad de Coimbra, allí se graduó en 1891. Su vida de abogado en provincia y la falta de estímulo determinaron que emigrara a Macao en 1894. Llegó a ser conservador del Registro Predial. Dos veces volvió a Lisboa, y una última estuvo entre 1915 y 1916 (de entonces data el fugaz contacto epistolar con Fernando Pessoa). Su poesía permaneció casi toda inédita hasta 1920, año en que se editó con el título de Clepsydra; edición completa fue la de 1969. C. P. murió en 1926.
 
 
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REFERENCIAS:

Homenagem a Camilo Pessanha, («Colecção Camilo Pessanha»), organização, prefácio e notas de Daniel Pires, Macau, Instituto Português do Oriente / Instituto Cultural de Macau, 1990, passim.
Poesia Simbolista Portuguesa, («Colecção Textos Literários»), apresentação crítica, selecção, notas e linhas de leitura de Fernando Cabral Martins, Lisboa, Editorial Comunicação, 1990.

MENDES, MANUEL DA SILVA. «Camilo Pessanha», in Homenagem a Camilo Pessanha, organização, prefácio e notas de Daniel Pires, Macau, Instituto Português do Oriente / Instituto Cultural de Macau, 1990, pp. 31–36.
PESSANHA, CAMILO. «Textos de Temática Chinesa» & «Catálogo da Colecção de Arte Chinesa oferecida por Camilo Pessanha ao Estado Português», in Contos, Crónicas, Cartas Escolhidas e Textos de Temática Chinesa, introdução biográfica e crítica, organização e notas de António Quadros, Lisboa, Publicações Europa–América, 1988, pp. 117–186 y 191–195, respectivamente.
SPENCE, JONATHAN. El palacio de la memoria de Matteo Ricci. Un jesuita en la China del siglo XVI, Barcelona, Tusquets, 2002.


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