DE LA ARMONÍA HARTZ 7
   
   
  GERARDO FERNÁNDEZ BUSTOS
   
anterior
EL NIÑO LADRÓN Y EL PAISAJE EXANGÜE

Será la cereza, cayendo tierna
de su brote gregario. ¡Qué solitaria
llegando a la ribera por la rota
verticalidad de su hilo de espera!

Una mano dorada que habitaba por ahí
a recogerla se acercó. Mano de dragón
de olivos, sometiéndola
al exangüe asombro del paisaje.

Adivinando una nube de aceituna reseca
el niño pánfilo piensa
“bobaliconas las piedras, quieren y no pueden”.
Bajo el calor: se enderezan.

Acariciando la lámina de una corriente fresca
se aleja como una vecindad de todo lo ocurrido,
dejando escurrir un inquieto vaho entre sus
acalorados, tintos labios...
“qué bobaliconas las piedras: quieren y no pueden”
¡se enderezan!

siguiente