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LA POESÍA Y LA GUERRA: POETAS INGLESES DE 1914 "TODO LO QUE UN POETA PUEDE HACER HOY ES AVISAR." Desde hace algún tiempo los poetas ingleses
de 1914 han llamado la atención de los críticos y los
editores. Esa atención obliga a una lectura detenida y
desapasionada.
En un principio los escritores europeos se inclinaron
a favor de las hostilidades. Fue el caso de D'Annunzio o de Apollinaire.
Thomas Hardy diría en verso que la victoria estaba del
lado de los justos y que los "bravucones" (los alemanes) tendrían
que "morder el polvo". Todavía un
poeta joven y soldado de profesión, Julian Grenfell (1888-1915), se sentía
atraído por la guerra.
RUPERT BROOKE A Rupert Brooke (1887-1915), se le elevó a la categoría
de gran poeta, defensor de los valores de la patria y de la civilización
occidental.
Su juventud, su belleza física, su talento, su vinculación
con el medio académico de Cambridge, su entierro en una isla griega, ayudaron
a que Brooke terminara convirtiéndose en un mito. Se consideró
que con él la poesía inglesa había perdido uno de sus más
grandes poetas. Y aunque el prestigio de los autores modernos posteriores oscurecieran
su figura, el mito subsistió.
Descartando los ingredientes que habían
permitido tal mito, queda un autor complejo, más de lo suele suponerse.
Uno de sus war sonnets, "El soldado", figura
en todas las buenas antologías.
Brooke había formado parte del grupo de los
"georgianos". Pero no llegó a conocer la guerra de las trincheras como
otros poetas. Aquellos que supieron lo que era de verdad la guerra, la
repudiaron. Denunciaron la injusticia, la infamia y el crimen de la contienda.
Llegaron a ser los "poetas de la guerra".
CHARLES SORLEY El primero en desconfiar de la propaganda fue Charles
Sorley (1892-1915). Para él los versos de Hardy -esos que hablaban
de una victoria justa frente a Alemania- eran un oprobio.
Opinaba que la contienda era una tragedia entre iguales, en la que unos y otros resultaban
siendo víctimas.
SIEGFRIED SASSOON Para Siegfried Sassoon (1886-1967) la guerra era algo
repulsivo. En 1916 empezó a escribir poemas sobre los crímenes en las
trincheras. Durante el verano del año siguiente decidió
protestar por la prolongación del exterminio. En vista de su mala
situación, Robert Graves lo persuadió de que saliera del
ejército. Por mediación de Edward Marsh, el antologista de los
"georgianos", lograron que se le declarase incapacitado por una postración
nerviosa. Recluido en el hospital de Craiglockhart, fue allí donde
conoció a Wilfred Owen.
WILFRED OWEN En la introducción a The Oxford of Modern Verse,
famosa antología de poesía, W. B. Yeats se refiere, sin decir
el nombre, a alguien que obtuvo la Cruz Militar. Alude a Owen, excluido de
esa antología.
Los críticos opinan mejor de Wilfred Owen (1893-1918)
que Yeats. Estiman que fue el mayor poeta de su generación.
Aunque Owen no era pacifista, odiaba la violencia. Llegó
a escribir que era mejor "sufrir el deshonor y la ignominia, que recurrir a
las armas".
"Mi libro no trata de los héroes. La poesía inglesa
todavía no está preparada para hablar de ellos" -así
diría en el prólogo de su proyectado primer libro de versos
antes de su muerte. "Mi tema es la guerra, y la tristeza de la guerra" -decía.
Y añadía: "Todo lo que un poeta puede hacer hoy es avisar. Es por eso que los
verdaderos poetas tienen que ser verídicos."
Su poema "Extraño encuentro" ("Strange Meeting")
es pieza de aparición obligatoria en las antologías.
ISAAC ROSENBERG Otros poetas también empezaron a denunciar la
inutilidad de enviar a la juventud a la guerra. Entre ellos destacó
Isaac Rosenberg (1893-1918), de ascendientes judíos, pintor además
de poeta y amigo de Ezra Pound.
Rosenberg no era oficial como Sasoon y Owen, sino simple
soldado. Sufrió mucho más las crueldades de la lucha. Pocos
días antes de morir escribió a Edward Marsh: "Debo medir mi
carta por la luz." Esta frase alude a que escribía a la luz de una vela
que, consumiéndose, medía ya sólo dos centímetros
y medio. La frase -ha dicho un crítico- podría servir de
epitafio.
IVOR GURNEY Otro poeta de la guerra de 1914 que se revaloriza ahora,
después de un período de olvido, es Ivor Gurney (1890-1937).
Procedente de la ciudad inglesa de Gloucester, Ivor Gurney se
presentó como voluntario a la guerra. Tras un primer rechazo,
se le aceptó en 1916. Fue destinado a Francia, donde fue herido al
año siguiente. En 1918 tuvieron que retirarlo. En 1922 lo recluyeron en un
asilo psiquiátrico de Gloucester. Después lo trasladaron a Dartford, donde
murió.
La crítica había venido considerando que la
dificultad de lectura de sus poemas era síntoma de locura. Pero en
estos últimos años se le ha prestado más atención.
Y se reconsidera el juicio de modo positivo.
Es probable que cierta apertura actual de la poesía
inglesa a complejidades que tienen que ver con el surrealismo o expresiones
afines, tenga que ver con la revalorización de
Gurney. La influencia de los versos de G. M. Hopkins y su amor por la música
renacentista parece que contribuyeron al cuidado técnico y a la
intensidad de su poesía.
Edmund Blunden editó sus Poemas en 1954.
"DEBO MEDIR MI CARTA POR LA LUZ." Eso podría decirse de todos estos poetas. A
la breve luz que la vida les concedía, escribieron. Y a esa poca
llama, en las tinieblas de la guerra, confiaron su talento.
Aquellos que pudieron sobrevivir, se lograron en la prosa
como Siegfried Sassoon, Edmund Blunden (1896-1974) o Robert Graves
(1895-1985). Sassoon se dedicó
a escribir sus memorias de guerra. Blunden, en los años cuarenta,
también recordó sus experiencias de soldado. Graves se hizo
famoso por sus novelas históricas.
REFERENCIAS:
Entwistle, W. J. y E. Gillet, Historia de la literatura inglesa,
FCE, México, 1955.
Bloom, Harold, Poets of World War I: Comprehensive Research and Study Guide (Bloom's Major Poets), Chelsea House Pub (Library), London, 2002. Gurney, Ivor, Rewards of Wonder, Carcanet Press, Manchester, 2000. Gurney, Ivor, Selected Poems, Oxford University Press (Oxford), 1990
First World War Poets, National Gallery, London, 1997.
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