TEXTOS RECUPERADOS | HARTZ | 7.2 |
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LOS POETAS DE NUEVA YORK La edición inglesa de Los poetas de Nueva York tiene la importancia de
reunir por primera vez en un solo volumen -como reza la nota de la
contraportada- a los cuatro poetas que constituyeron el núcleo inicial
de lo que sería la llamada "escuela de Nueva York".
En realidad, la
crítica mas reciente de la poesía norteamericana se resiste a agrupar
autores bajo el rótulo de escuelas, como podría ser la de "poesía
confesional" o la de los "poetas del lenguaje", entre otras. La costumbre,
sin embargo, de hablar de poetas que integran un grupo radicado en la
ciudad de Nueva York se impone, aunque lo de "escuela" sea "cómicamente
inapropiado" -segun señala Mark Ford en el prólogo de esta antología.
Inapropiado porque, en palabras del mismo Ford, tales poetas "ignoraban
o se mofaban de la academia y de las tentaciones de una elevada seriedad
poética". Además, "la sugerencia de que su obra tenga que ver exclusivamente
con Nueva York es también desorientadora".
Todo ello se aclara si nos
detenemos a considerar que estos poetas aparecieron en un momento en que
la poesía de los Estados Unidos comenzaba a experimentar cambios. Cambios
resultantes de la nueva situación política, económica y cultural del país
después de la gran guerra de 1945. Como Ford apunta, su obra venía a
constituir una "reacción contra la seria, irónica, ostentosamente bien
escrita lírica que dominaba el panorama de posguerra". De este modo se
alude a la poesía de los "nuevos críticos" -Allen Tate, John Crowe
Ramson o Yvor Winters-, o de sus sucesores -Randall Jarrell, Elizabeth Bishop,
Richard Wilbur...-, quienes de conjunto se erigían en una especie de
vanguardia institucionalizada, promovida por las universidades y los principales
centros de la alta cultura norteamericana.
Contra esa oficialidad poética
reaccionaron los poetas de Nueva York, como lo hacían al mismo tiempo
-eran los años cincuenta y principios de los sesenta- los beatniks en
San Francisco y los miembros del grupo de Black Mountain en Carolina
del Norte.
Dentro de este contexto es fácil ver que la edición inglesa a
la que se refiere este comentario, presenta un interés adicional. Porque
si el informalismo de que hicieron gala los cuatro poetas seleccionados
-Frank O'Hara, John Ashbery, Kenneth Koch y James Schuyler- merece atención
por parte de los editores actuales -tómese en cuenta que a Ashbery se le
ha editado y traducido recientemente al castellano-, se debe a la mudanza
de los gustos en materia de poesía. Es, por tanto, un signo de los tiempos
presentes.
La crítica en lengua inglesa insiste en señalar la relación sostenida entre
estos autores y la pintura de la época, el surrealismo y las técnicas de la
poesía francesa contemporánea. Su completo desapego por las formas
tradicionales -nada de rimas, de versos y estrofas segun las convenciones-
redundó en el uso de formas abiertas, en la libertad de la línea, de las
divisiones estróficas y de la sintaxis.
Poetas-críticos de arte -se les ha calificado
así-, hicieron del poema el sitio en que azar y sentido luchan por coexistir.
El poema como lienzo sobre el que se arrojan las palabras, regidas sólo por
la casualidad de las ocurrencias, por la inmediatez de los éstimulos externos,
a la manera del expresionismo abstracto de un Jackson Pollock o de un Willem
de Kooning. Las técnicas derivadas del surrealismo o de los poetas dadaístas:
yuxtaposición de las imagenes, ausencias de concordancia, asaltos contra la
lógica del discurso, divagaciones...
De Frank O'Hara (1926-1966) se dice que era un gran improvisador; de John
Ashbery (1927) se ha advertido su impresionante dominio de una amplia gama
de maneras y registros; de Kenneth Koch (1925-2002) se admira su exuberancia;
de James Schuyler (1923-1977) se hace notar la composición al estilo casual
de los diarios íntimos.
En los cuatro cobran importancia los temas de la
gran ciudad, los mitos de la cultura pop (verbigracia, "El Pat Donald en
Hollywood", de Ashbery), la extensión desmesurada de algunos textos. Puesto que
representan una ruptura con la modernidad poética -la de las imágenes,
los símbolos, los mitos y la estructura rítmica a la manera de William B. Yeats-, faltos de
instrospección y de interés por las reivindicaciones sociales, no es de
extrañar que empiecen a llamar la atención y a ser admirados.
La desintelectualización
de la poesía en O'Hara y Schuyler, la versión de lo cotidiano en Ashbery,el
vitalismo de Koch, y el desentenderse de los cuatro de escribir con claridad,
sin atender a otros motivos que no sean los estéticos, así como el ser proclives
al humor o a las bromas textuales, todos esos son rasgos que hacen confluir
a los poetas de Nueva York en el seno de las últimas tendencias de la poesía
europea. (Cf. Acotaciones de actualidad.)
Añadase que su afan de experimentacion se acompanaba de sentimientos mutuos de simpatía
que los llevaron a escribir obras en común, en franco diálogo o competencia amistosa. Ashbery
publicó en 1969 una comedia de costumbres, A Nest of Ninnies, en coautoría con Schuyler. Y
otros poetas, que aunque no incluidos en la antología de Mark Ford suele adscribírseles al grupo
de los poetas de Nueva York -es el caso de Ron Padgett y Ted Barrigan-, gustaron también
de efectuar composiciones en colaboración. Un rasgo más que, sin duda, atraerá
la curiosidad de la actual juventud literaria por estos autores.
A continuación se muestra un poema de Frank O'Hara, representativo de su estilo, escrito en recuerdo de la muerte de la célebre cantante
Billie Holliday. (La traduccion es propiedad de Hartz.)
EL DIA EN QUE MURIO UNA DAMA Son las 12:20 en Nueva york un viernes tres días después del día de la Bastilla en 1959 y voy a hacerme limpiar los zapatos porque marcharé en el de las 4:19 para estar en Easthampton a las 7:15, después voy derecho a cenar y no conozco a la gente que me dará de comer
subo por la sofocante calle que empieza a asolearse y tomo una hamburguesa, una cerveza negra y compro un feo NEW WORLD WRITING para ver lo que hacen actualmente los poetas de Ghana
continúo hacia el banco donde Miss Stillwagon (de nombre de pila Linda según me he enterado) ni siquiera comprueba mi saldo por una vez en su vida y en el GOLDEN GRIFFIN compro un breve Verlaine para Patsy con dibujos de Bonnard, aunque en verdad pienso en Hesíodo, trad. de Richmond Lattimore,en el nuevo drama de Brendan Behan, en Le Balcon o Les Nègres de Genet, pero no, me quedo con Verlaine después de casi dormirme en la indecisión
y por Mike deambulo hasta la Tienda de Licores PARK LANE, pido una botella de Strega y después vuelvo de donde vine a la Sexta Avenida y al estanquero del Teatro Ziegfield y pido distraído una caja de Gauloises, una caja de Picayunes y un NEW YORK POST que trae la cara de ella
y sudo mucho ahora, recuerdo haberme apoyado en la puerta del wáter en el 5 SPOT mientras ella le susurraba una canción a lo largo del teclado a Mel Waldron, y todo el mundo y yo suspendíamos la respiración
REFERENCIAS:
The New York Poets - Frank O'Hara, John Ashbery, Kenneth Koch y
James Schuyler.- An Anthology, edited with an introduction by Mark Ford,
Carcanet, Manchester, 2003.
ASHBERY, John. Autorretrato en espejo cóncavo,
trad. de Javier Marías, Visor de Poesía, Madrid, 1990.
ASHBERY, John. Pirografía, trad. de M. Rodríguez Gaona,
Visor de Poesía, Madrid, 2003.
ASHBERY, John. Una Ola, trad. de Ignacio Infante,
Lumen, Madrid, 2003.
FAUCHEREAU, Serge. Lectura de la poesía americana,
Seix Barral, Barcelona, 1970.
KIERNAN, Robert F. American Writing since 1945 - A Critical Survey,
Frederick Ungar Publishing Co., New York, 1983.
O'HARA, FRANK. Poemas a la hora de comer, trad. de Eduardo Moga Bayona,
DVD, Barcelona, 1997.
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